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Gobierno de Transición a la #Paz

Lo que hizo Timoleón Jiménez es lo que queremos que hagan las FARC de ahora en adelante.

Rodrigo Londoño o “Timoleón Jiménez” lo mencionó en su discurso. El pasado jueves en el Teatro Colón, en la firma del Acuerdo Definitivo de Paz con las FARC, destacó la necesidad de un “gobierno de transición”. De inmediato las suspicacias desde el Centro Democrático saltaron a adjudicarle a esa formulación, las malévolas intenciones que ha caracterizado al Uribismo como fuerza política en la historia reciente del país. Que, como en los tiempos de la “yidispolitica”, el gobierno de transición es un acuerdo por debajo de la mesa para que Juan Manuel Santos se atornille en el sillón presidencial otro periodo más, han insinuado. Que es el lanzamiento de la candidatura presidencial de Timichenko, han dicho para justificar las vallas que instalaron como parte de la propaganda manipuladora en la campaña por el No en el plebiscito. Que la transición a La Paz, es el Castrochavismo, han vociferado.

Quizás el jefe de las FARC no era el más indicado para plantear una propuesta de ese calado de cara a las presidenciales del 2018. Que el acto de la firma del Acuerdo de Paz con una guerrilla todavía en armas y en tránsito a La Paz, han dicho, no era el momento más indicado. Pero aún si fuera cierto, La Paz firmada es precisamente para sustituir la lucha armada por la lucha política. Y para que la guerrilla defienda sus tesis y haga propuestas en la arena política institucional. Lo que hizo Timoleón Jiménez es lo que precisamente queremos que hagan las FARC de ahora en adelante, política civil. Y que sea tan legitimo que ellos pongan en consideración de la sociedad sus postulados, como tan legítimo que la derecha someta al veredicto ciudadano sus propuestas de Estado y sociedad. Con una sola condición: no matarnos y hacerlo en igualdad de condiciones.

Pero la propuesta de “gobierno de transición”, así haya sido planteado por las FARC, goza de toda la pertinencia histórica. Se trata de construir una gran coalición política y social que gane las presidenciales del 2018 y conquiste un bloque parlamentario mayoritario capaz de asegurar la implementación de los acuerdos de paz y construir un postconflicto de larga duración. Una coalición políticamente amplia y plural articulada programáticamente alrededor del propósito nacional de La Paz y en condiciones de derrotar las opciones guerreristas y opuestas a los Acuerdos del Uribismo y la derecha recalcitrante. Una coalición con la misión histórica de empujar la transición de la guerra a La Paz o del autoritarismo de las armas a la democracia, como lo hiciera por ejemplo, la Concertación Chilena, para mencionar un caso del vecindario latinoamericano.

Un gobierno de transición a La Paz en Colombia tiene que hacerse posible sin alterar las reglas democráticas. Tiene que ganar la elección presidencial próxima. Pero desde ya las fuerzas políticas alienadas con la refrendación e implementación de la Acordado con las FARC y lo que se negocie con el ELN, deben avanzar en establecer los mínimos programáticos de la agenda gubernativa y unas reglas de juego para la selección de la fórmula presidencial. Deben también avanzar en unos acuerdos de actuación parlamentaria que garanticen un papel del parlamento en favor de la construcción de la arquitectura institucional de La Paz. El partido Liberal, el Partido de la U, los Verdes, el Polo, el Mira, la ASI, Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos y los movimientos y expresiones sociales, están conminados por esta especial coyuntura a examinar esta propuesta con toda la responsabilidad que La Paz del país exige.

El 2018 empezó el pasado 2 de octubre con el resultado del plebiscito. Allí quedó dibujada la competencia presidencial alrededor de dos grandes coaliciones a favor o contra de La Paz. Sería una irresponsabilidad imperdonable que quienes militan en la paz ayuden a que la segunda vuelta presidencial sea una disputa entre dos versiones parecidas en su enemistad con los Acuerdos de Paz. Una propuesta amplia de gobierno de transición a La Paz debe llegar unida a la primera vuelta para competir y ganar en la segunda. Ese es el reto.

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