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LA CIUDAD POR ENCIMA DE SUS DIRIGENTES

 Reserva Van der Cement

“La Reserva Forestal Regional Productora del Norte de Bogotá D.C. “Thomas Van der Hammen” se localiza en el noroccidente de Bogotá en las localidades de Suba y Usaquén, en medio de la Zona de Manejo y Preservación del Río Bogotá, el Parque Ecológico Distrital Cerro de La Conejera, el Parque Ecológico Distrital Humedales de Torca y Guaymaral y la reserva forestal protectora Bosque Oriental de Bogotá (CAR, 2011).

Su extensión abarca 1.395,16 ha. las cuales han sido zonificadas de acuerdo a su Plan de Manejo en la zona de preservación, la zona de restauración, la zona de protección al paisaje y la zona de uso sostenible, esta última dividiéndose en la subzona de uso múltiple y la subzona de alta densidad de uso.

 

Siendo uno de los principales componentes para la conectividad de la EEP del distrito, la reserva Forestal Regional del Norte Thomas van der Hammer fue declarada en 2011 como tal, con el propósito de asegurar y conservar la diversidad biológica regional y la calidad de vida de los habitantes de la Sabana de Bogotá. Gracias a ella se conectan los parches de vegetación de los Cerros Orientales de Bogotá, la Zona de Manejo y Preservación del Río Bogotá, el Parque Ecológico Distrital Cerro de La Conejera y el Parque Ecológico Distrital Humedales de Torca y Guaymaral favoreciendo la continuidad de la EEP por la ciudad, desde los cerros de Cota y Chía hasta el Parque Nacional Natural Sumapaz.” UNAL.

 

No obstante, luego de su declaratoria como Reserva Forestal Regional, la Alcaldía actual en una de sus típicas salidas de tono, desoyendo y desconociendo los conceptos de expertos y profesores en distintos temas relacionados, ha propuesto sustraer cerca del 92,2% de su extensión para la urbanización. Dichas propuestas amenazan con desarticular la EEP distrital y regional, lo que ha generado diversas reacciones que se han opuesto desde la academia y la sociedad civil a tamaño atropello.

 

Personalmente, me caso con la versión maximalista de defensa a ultranza de la naturaleza de los ambientalistas, y expertos que han advertido sobre la inconveniencia y la fragilidad de los estudios de la administración en este tema tan controversial y controvertido.

 

A su turno la proyectada megaciudaela «Ciudad Paz del Norte, ciertamente » no va a estar exenta de fenómenos de especulación inmobiliaria, es más desde la administración, los van a fomentar.

 

Las pruebas están a la vista, para la muestra un botón:

 

En el presupuesto de la capital, según manifestó y denunció el Concejal Manuel Sarmiento no se apropiaron recursos para cumplir con el Plan de Manejo Ambiental de la Reserva Van der Hammen, ”lo que configura un flagrante desacato a un mandato legal, reflejando una vez más el desprecio del Alcalde por este activo ambiental”.

 

Resulta evidente el apetito voraz, la visión mercantilista sin mayor reflexión de Peñalosa del uso del suelo «supuestamente» urbanizable” Pareciera que al burgomaestre, no le cabe la ecología y la defensa del medio ambiente en la cabeza. Lo importante no es lo que se piensa hacer en la reserva, lo fundamental es lo que la ciudad ha dejado que hacer en esta estratégica zona del norte de Bogotá.

 

Los equilibrios solo se pueden lograr con conocimiento, no con intereses politiqueros .El problema que tenemos aquí es de arbitrajes técnicos o mejor aún de instituciones que no se dejen corromper y que realmente puedan dirimir que se puede hacer y hasta donde. Desafortunadamente ha hecho carrera utilizar profesores de algunas y determinadas Universidades, en consultorías que emiten conceptos amañados para influenciar o certificar desde su experticia los posibles inconvenientes o las ventajas y en consecuencia detener o destrabar un proyecto , en esta virtud los estudios los arman y presentan arquitectos a favor y profesores en contra, desvirtuando así por completo los argumentos de peso , los estudios serios y ponderados, descalificando a sus autores, e imponiendo al arbitrio de la Administración Distrital de turno sus criterios e intereses políticos o personales.

 

Esta “utilización de la academia es perverso”, toda vez que las cosas son relativas, y según quien las presente.

 

Los argumentos del alcalde para justificar el adefesio, el atropello ambiental, a los intereses de la ciudad, son deleznables, evidencian su talante mesiánico y dictatorial, y terminan en confusiones y dogmas de fe.

 

Hay una realidad, el suelo urbanizable en Bogotá se está acabando.

 

Pero para solucionar eso hay dos caminos, hacerlo a la brava como lo pretende Peñalosa que parece que gobernara con el estómago de los constructores o hacerlo orgánicamente, según como el mercado evolucione, como el presupuesto de la ciudad permita ampliar su infraestructura básica, sin detrimento de otras prioridades.

 

Viendo los planos y el render de la propuesta de la Administración Peñaloza segunda versión, salta a la vista que la propuesta se extiende más allá de los límites de la reserva y llega hasta la ronda del río Bogotá, comprometiendo parte de su valle aluvial, afectando la cadena simbiótica, e interrumpiendo la estructura ecológica principal.

 

Esto plantea a la dichosa Ciudadela un problema serio, y riesgos evidentes para sus habitantes, toda vez que esta es una zona inundable, en la cual el río se desborda periódicamente y el respeto por las áreas de inundación debe sostenerse sobre cualquier consideración económica, política o de vivienda. La propuesta del alcalde debería ver esta condición como una oportunidad y no como un obstáculo.

 

Por otra parte, uno de los propósitos centrales en una reserva debe ser asegurar la conexión de los elementos que constituyen la estructura ecológica de un territorio.

 

Es evidente que la anchura y la unidad del corredor reservado son cruciales. Por eso, la propuesta del alcalde debería prescindir de las cinco franjas que plantea en favor de una sola.

 

Hay oportunidades para lograr las áreas de expansión que la ciudad requiere, modificando la actual propuesta por una más comprehensiva y participativa, más práctica, más Eco saludable, menos agresiva e invasiva y lesiva a los intereses de la capital.

 

Por Roberto Carbonell D.

Twitter: @Roberto__062

Periodista Alternativo / Veedor Ambiental

 

 

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