Por Antonio Sanguino
«Hay palabras que matan», enseña la sabiduría popular. Más aún si esas palabras vienen de quienes ejercen el poder y de sus portavoces en el parlamento y en la opinión pública. Es lo que viene ocurriendo con el discurso del gobierno del Presidente Iván Duque y del círculo duro del Uribismo, que opera como justificación del macabro asesinato de líderes y lideresas sociales y de excombatientes de las antiguas FARC en tránsito a la vida civil. Ese solo hecho les otorga una inmensa cuota de responsabilidad política en la matazón que viene ocurriendo a lo largo y ancho del país.
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