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Defender la vida cuesta la vida

Por Antonio Sanguino

Ser líder social en Colombia es una actividad de altísimo riesgo. Según Naciones Unidas entre el 2017 y 2019 fueron asesinados 339 líderes sociales. Para la Defensoría del Pueblo en el 2020, hasta el 19 de abril mataron 56, mientras que según INDEPAZ este año han sido 121 los líderes y defensores de derechos humanos que han perdido la vida por la acción de manos criminales. Un verdadero atentado a la democracia y a la defensa de la vida, sobre todo cuando las víctimas son líderes y activistas ambientales.

Y es que Colombia es uno de los 10 países más peligrosos del mundo para los líderes y comunidades que defienden el medio ambiente y sus tierras ancestrales, según Michael Forst, Relator Especial de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Ni el Coronavirus ha parado esta matazón.

Estas dolorosas cifras tienen rostros, nombres e historias. Aunque es una muestra pequeña, les describo 3 historias de líderes ambientales asesinados en nuestro país en lo que va de 2020:

El 6 de febrero fue asesinado Yamid Alonso Silva Torres. Ocurrió en horas de la mañana en la vereda La Cueva, zona rural del municipio de Güican, departamento de Boyacá mientras realizaba actividades de control y cuidado como guardabosques del Parque Nacional de El Cocuy. Hasta la cabaña donde trabajaba llegaron en una motocicleta un hombre y una mujer que lo secuestraron y lo acribillaron un kilómetro más adelante. Su asesinato provocó un vehemente rechazo de los trabajadores agrupados en Sintraparques y Sinambiente y un llamado al Gobierno Nacional para la protección de la vida de los guardaparques de Colombia.

Alejandro Llinás Suarez fue asesinado el jueves 23 de abril. Había reportado días antes a la Policía Nacional su situación de peligro. Reconocido líder comunitario, defensor de los derechos humanos y del ambiente perdió la vida a manos de dos hombres armados que llegaron hasta su finca Pura Latina en el sector Calabazo, en la entrada de El Pueblito, en la zona de amortiguación de la Sierra Nevada de Santa Marta. La Policía llegó doce horas después de su asesinato. Era un comprometido defensor de la Sierra y desde comienzos de año venía denunciando la actividad de grupos neoparamilitares en la región.

Jorge Enrique Oramas, un sociólogo de la Universidad del Valle y defensor de Los Farallones de Cali, tenía 70 años cuando lo asesinaron el pasado sábado 16 de mayo en su finca Villacarmelo en zona rural de la capital de Valle del Cauca. Fue un incansable defensor de la agricultura campesina sostenible y un opositor a la explotación agrícola basado en químicos contaminantes. Fundó la Asociación Biocanto del Milenio donde de manera orgánica cultivaba y procesaba cereales ancestrales, frutas, raíces y plantas medicinales comercializadas para el apoyo nutricional solidario. Su vida fue cegada cuando lideraba una férrea oposición a la explotación minera en el Parque Nacional Los Farallones de Cali.

A propósito de la conmemoración del Día Mundial del Ambiente este 5 de junio hay que rendir homenaje a todos los líderes ambientales asesinados. Y exigirle al Gobierno Nacional la protección de quienes defienden la vida. Presentar en el Congreso de la Republica el proyecto para la ratificación del Acuerdo de Escazú que ya ha sido ratificado por 9 países en el continente sería un mínimo gesto en esa dirección. Desde Agosto y Septiembre del 2019 la bancada Verde del Senado y la Procuraduría le pidieron a Duque firmarlo y ratificarlo.

No fue hasta el 12 de diciembre que el Presidente firmó el Acuerdo de Escazú como resultado de la presión del movimiento ambiental en el paro nacional de noviembre del año anterior. Para que no quede como un acto de demagogia del gobierno se requiere que solicite su ratificación al Congreso de la República y que cumpla el compromiso del Estado Colombiano en la protección del liderazgo ambiental, uno de los asuntos contenidos en el Acuerdo de Escazú. Que defender la vida no nos siga costando la vida.

Fotografía: Dejusticia.com

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