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HABLEMOS SANAMENTE DE SALUD MENTAL: Cambiando la percepción de lo relacionado con la salud mental

Por Sofia Buitrago, columnista invitada

A través de la historia del hombre y su desarrollo en sociedad, el tema de la salud mental ha sido un tema que ha tenido un maltrato épico, restringiendo así, de una manera bastante oscurantista, la temática a la locura. Michel Foucault, filósofo francés, en su ensayo Historia de la locura en la época clásica, escudriña y hace un extenso abordaje de la mal denominada locura a través de diferentes épocas de la historia de la sociedad occidental. En este recorrido Foucault sostiene que el lugar que en la Edad Media ocuparon los leprosos, pasa a partir del siglo XV a ser ocupado por los locos o enfermos mentales, los pobres, los delincuentes y demás marginados sociales. Comienza de esta manera a develarse ese carácter punitivo de la sociedad y las instituciones sobre las personas consideradas insanas mentalmente, sobre toda aquella persona que salga de la norma. En este extenso ensayo, el filósofo francés examina también las diferentes formas por medio de las cuales se intentaba dar tratamiento a los locos para obtener una curación de su estado, basado en la obra de Phillippe Pinel y Samuel Tuke. Los métodos para el supuesto tratamiento y cura de la locura tenían como rasgo común el aislamiento social y técnicas aversivas que buscaban alcanzar cierta sumisión, de parte de los pacientes, que los hicieran rendirse antes las normas aceptadas.

Esta pintura dantesca de lo referido a los denominados trastornos mentales, es una imagen que erigió toda una serie de estigmas negativos en lo referido al tema de la salud mental y que, aunque no se quiera aceptar, han permeado nuestros imaginarios hasta el día de hoy. Sin embargo, cada día se aboga más por el reconocimiento de la diversidad y el respeto a la misma, de la índole que sea. La realidad es que estamos inmersos en un mundo de diversidad y configurar una sociedad con mediciones y parámetros homogenizantes, conlleva a la estigmatización y segregación de las personas.  Ahora, dado que la historia de la humanidad está llena de mitos e imaginarios que develan el desconocimiento de la sociedad en torno a la diversidad, el primer paso, y no por ello el menos importante, para la construcción conjunta de una sociedad inclusiva, está relacionado con desmontar esos mitos y transformar la forma como es presentada y percibida la diversidad. Es aquí, donde es preciso hablar y comenzar a desarrollar verdaderos procesos de concienciación en torno a la salud mental, debido a la pesada y negativa carga histórica que lleva a cuestas.

Es así, como el 10 de octubre ha sido designado como el día mundial de la salud mental por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Mundial para la salud Mental (WFMH).  La definición de salud propuesta por la Organización Mundial de la Salud (1946) la considera como un «estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Se reconoce así, en esta definición de salud, la importancia de la salud mental para poder hablar de un verdadero estado de salud. La salud mental es una condición necesaria para poder hablar de salud en general. Ahora bien, bajo esta definición de salud, se puede observar una conjunción de tres factores para poder hablar cabalmente de salud, a saber, el factor biológico, el factor mental y el factor social. Es decir, es necesario que se tenga un completo estado de bienestar a estos tres niveles de desarrollo del ser humano para poder hablar de salud. De modo tal, que si alguna de estas esferas no cumple con un completo estado de bienestar, entonces no se puede hablar de salud.

Ahora, la OMS expresa explícitamente que la salud mental se encuentra determinada por factores socioeconómicos, biológicos y medioambientales. Teniendo en cuenta lo anterior, es fácil deducir que una de las maneras de poder aportar a la posibilidad de un estado real y efectivo de salud mental es mediante la lucha por minimizar las brechas sociales, alcanzar la equidad y justicia social.

Lamentablemente, pese a las leyes vigentes en nuestro país, la salud dejó de ser un derecho para ser un negocio que día a día parece ir en detrimento de la salud mental de los ciudadanos y ciudadanas. Día a día, los juzgados reciben infinidad de tutelas para salvaguardar el derecho a la salud y con ello a una vida digna. Así mismo, cada vez se instauran más y más incidentes de desacato para hacer cumplir tales fallos de tutela, mientras la vida de las personas está en riesgo y se va perdiendo la salud mental en una incesante lucha por tratar de hacer valer algo que se supone es un derecho fundamental. ¿No será acaso que uno de los mayores aportes que se puede hacer para propender por la salud mental de los colombianos y colombianas, sea el derribar esas barreras de acceso para acceder al derecho a la salud?

La coyuntura del Covid-19 sacó a la luz problemáticas sociales propias de una sociedad desigual como la nuestra. Sin embargo, la preocupación por la salud mental parece seguir intocada y fuera de la agenda real del gobierno. Las poblaciones vulnerables o consideradas de especial protección del Estado siempre serán las más vulneradas y las que más reciben el impacto de la inequidad y, con ello, la afectación de su salud mental.

La Salud Mental es de interés y prioridad nacional para la República de Colombia, es un derecho fundamental, es tema prioritario de salud pública, es un bien de interés público y es componente esencial del bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de colombianos y colombianas.

Antes de terminar, deseo hacer énfasis y llamar la atención en la necesidad de empezar a hablar sanamente de salud mental, a aproximarnos sanamente a la salud mental. ¿Qué quiero decir con esto? Es necesario desligar la diversidad y la salud mental de los estigmas e imaginarios que el peso de la historia ha puesto sobre ellas. Si hablar de salud mental es tan difícil para el común denominador de las personas, imagínense lo que esto significa para personas con discapacidad psicosocial, quienes día a día tienen que enfrentar miradas vigilantes y castigadoras por parte de los demás: sociedad civil, instituciones públicas y privadas; señalamientos desde el estigma de la locura, juicios desde el capacitamos, abandonos del Estado, orfandad legal y sinnúmero de acciones para tratar de reivindicar su condición de ciudadanos y ciudadanas, cosas todas, que atentan y deterioran inmensamente su salud mental. Es aquí donde es absolutamente necesario e imprescindible la realización de procesos de concienciación a la sociedad y las instituciones acerca de lo que realmente significa e implica la discapacidad desde el enfoque social. Hablemos sanamente de salud mental, hablemos de justicia social, de equidad, de equiparación de oportunidades para todos y todas, y de respeto a la diversidad.

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